Hoy compartiremos algunos ejemplos de diferentes enfoques de la autoevaluación: autorreproche, autocrítica reducida y autoestima adecuada.
Empecemos.
Autorreproche: ¡Esto es horrible! ¡Cómo pude fastidiarla así!
Autocrítica reducida: Bueno, le podría pasar a cualquiera, solo hay un poquito de daño.
Autoestima adecuada: Cometí un error. ¿Cómo puedo corregir las consecuencias y hacer uso de esta experiencia en el futuro?
Autorreproche: Todo es mi culpa, solo mi culpa…
Autocrítica reducida: ¡No tengo problemas! Y si a alguien no le gusta algo, ¡no me importa!
Autoestima adecuada: ¿Dónde están los límites de mi responsabilidad en esta situación?
Autorreproche: ¿Quién me necesita así?
Autocrítica reducida: ¡Nadie es digno de mí!
Autoestima adecuada: Estoy bien. Sí, tengo mis defectos y mis problemas, pero tengo el poder para enfrentarlos.
Autorreproche: Nunca me sale nada…
Autocrítica reducida: El Universo aún no me ha enviado la oportunidad correcta.
Autoestima adecuada: Puedo… Y todavía no soy muy bueno/a en…
Autorreproche: Podría haberlo hecho mejor…
Autocrítica reducida: ¡Lo hago todo a la perfección! ¿Cuál es tu problema? ¡No lo entiendo!
Autoestima adecuada: Hice un buen trabajo. Puedo hacer las cosas de manera diferente y mejorar mi resultado la próxima vez si quiero.
Autorreproche: ¿Cómo pude hacer esto?
Autocrítica reducida: Me importa un cuerno.
Autoestima adecuada: No estoy contento/a con mis acciones.
Pero elegí hacer esto, así que debe haber una razón para eso. Tenemos que averiguar por qué.
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