Irene vino a nosotros para una consulta sobre su hijo Gary de nueve años. Ella estaba preocupada por su comportamiento agresivo. Resulta que el padre de Gary los dejó e Irene llevo a su hijo a vivir con sus padres en una ciudad diferente. El niño paso allí la mayor parte del tiempo porque ella necesitaba “cuidar” de su vida personal. Gary tenía 4 años cuando sucedió esto. Recientemente, Irene se llevó a Gary a vivir con ella – el padre del niño regresó y decidieron intentar restablecer la relación familiar. Pero ahora la “restauración” no va bien por la agresión del niño: se mete en peleas en la escuela, o rompe la ventana de alguien, o está siendo grosero con sus padres… Irene ya ha visitado a muchos psicólogos. Ella piensa que no son muy profesionales porque le dicen que su hijo es normal. Irene nos pidió que la ayudáramos.
Incluso a partir de este fragmento, es obvio que el problema no está en el niño sino en el sistema familiar. ¿Qué pasó en esta familia? El niño se vio privado de lo principal – la confianza básica. Desde la infancia, solo escuchó las peleas de sus padres, no le prestaron atención y luego simplemente se deshicieron de él. Su vida no tuvo estabilidad y certeza de que pase lo que pase hay un lugar en este mundo donde siempre es amado y querido, donde no necesita tener miedo.
Su papá se fue y su mamá lo llevó con sus abuelos. Puedes intentar explicar que hubo muy buenas razones para esto, que esto era lo “mejor” para el niño, pero desde su punto de vista se ve igual: se deshicieron de mí, nadie me necesita.
Luego, los padres volvieron a estar juntos con el pequeño. Su agresión es una respuesta a la falta de confianza. Ya no confía en los padres que ya lo dejaron una vez. Ahora Gary está tratando de mostrarles su peor versión, tratando de entender si lo dejarían de nuevo. Es como si los estuviera probando: “¿Me amarás así? ¿Y si me porto aún más mal?”
Gary necesita desesperadamente descargar la agresión acumulada que no puede sacar directamente sobre las personas hacia las que la siente. Y también necesita una base estable – la confianza de que sus padres no volverán a dejarlo. Y solo sus padres pueden darle eso.
Pero no quieren oír hablar de eso. Quieren una “píldora mágica” para hacer frente a la agresión. Quieren que su hijo cambie, pero no quieren cambiarse a sí mismos. Su mamá sigue buscando un “buen especialista” que lo corrija todo. Ella se niega a trabajar con el especialista ella misma, como habrás adivinado. La idea de que algo pueda estar mal con los padres, no con el niño, es un insulto para ella. Esta es una historia muy triste.
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