Hay muchas áreas de la psicoterapia. Una de ellas es la terapia de esquemas, que últimamente está ganando popularidad. No es sorprendente. ¿Vamos a conocerla?
La terapia de esquemas fue desarrollada por el Dr. Jeffrey Young en los años 90 del siglo pasado para el tratamiento de los trastornos de la personalidad. Este tipo de psicoterapia está estructurada, tiene un historial probado y está creciendo rápidamente.
La terapia de esquemas “nació” de la conocida terapia cognitivo-conductual, cuyo objetivo es cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que crean dificultades en la vida de las personas. Sin embargo, la terapia de esquemas no se limita a esto, sino que incluye otras teorías probadas del psicoanálisis, como la teoría del apego, la teoría de las relaciones afectivas, el análisis transaccional, la terapia Gestalt y otras.
La premisa básica de esta terapia es que la vida de una persona está influenciada por patrones desadaptativos aprendidos en la primera infancia. Por lo general, la persona no es consciente de ellos – Si ayudas a las personas a darse cuenta y dominar la satisfacción de sus necesidades emocionales básicas de otras formas más eficaces (adaptativas), su vida mejorará.
La terapia de esquemas puede ser útil para personas con diferentes problemas: depresión, trastornos postraumáticos, en el tratamiento del trastorno de personalidad, narcisismo, etc.
La terapia de esquemas será útil cuando la TCC carezca de profundidad; por ejemplo, la TCC no funciona con los traumas de la infancia o los fuertes sentimientos asociados a situaciones pasadas.
Uno de los conceptos más importantes de la terapia de esquemas son las necesidades emocionales básicas: apego seguro, seguridad, aceptación, libertad en la expresión de los sentimientos, autonomía, espontaneidad, límites adecuados, etc. Si en la infancia no se satisfacen estas necesidades, pueden formarse esquemas desadaptativos tempranos durante los primeros 12 años de vida. Las nuevas experiencias vitales que adquiere el niño no hacen más que confirmarlas y reforzarlas.
El esquema en sí incluye pensamientos, emociones, sensaciones corporales y recuerdos.
El adulto recibe un determinado modelo de percepción de la realidad. Se activa si ocurre algo que se asemeja a los acontecimientos vividos en la infancia. Surgen fuertes emociones negativas, y la persona utiliza inconscientemente sus estilos habituales de afrontamiento para lidiar con ellas.
Pero estas formas de interactuar con la realidad, por supuesto, no ayudan: todas las acciones conducen al fortalecimiento y refuerzo del esquema, mientras que la terapia de esquemas nos enseña a actuar de una manera diferente, más adaptativa.
El terapeuta ayuda al cliente a identificar sus esquemas, a reconocer el origen de las emociones que surgen cuando se activan, a experimentar esas emociones y a encontrar formas de responder de manera diferente a los acontecimientos que activan el esquema. Éste es el objetivo principal de esta terapia. La terapia de esquemas suele denominarse “terapia de carácter” porque cambia la forma en que la persona responde a lo que le ocurre.
Dado que la terapia de esquemas integra enfoques muy diferentes, es muy eficaz en manos capaces. Así que, como siempre, elige no tanto un método como un terapeuta competente!
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