Mi hijo me vuelve loco. ¿Soy un mal padre?

En nuestra cultura, el tema de la relación padre-hijo se presenta únicamente desde una perspectiva positiva. Si miramos los hermosos fotos  videos en Instagram siempre veremos madre blogueras felices, sonriéndoles a sus bebés. Y los bebés siempre son tiernos: saludan y escuchan a sus padres. Suele haber una ilusión en creer que puedes vivir feliz, sin entristecerte, enojarte, cansarte, jamás, estando al día con todo, etc. 

Por ejemplo, aquí vemos una madre de cuatro niños vistiendo un delantal a cuadros. Se la ve feliz, cocinando dumplings para su familia. Sus hijos están a su lado, ayudando con la preparación de la comida. ¡Una hermosa foto! Y tú – tú te sientes cansada y solo quieres encerrarte en el baño por lo que queda del año. Entonces comienzan a surgir pensamientos decepcionantes: ¿Está mal lo que siento? ¿Soy un mal padre? ☹

¿Qué piensa la mayoría de nosotros que significa ser un buen padre? Probablemente sea algo así: amable, paciente, y sabio…  ¿Y qué sabemos de los niños? Que traen felicidad, sonrisas, y felicidad… en ambos casos nuestra comprensión de las definiciones tiene que ver únicamente con cosas buenas, acarameladas. ¡Esta realidad es muy diferente de esta!

Marion cuenta su experiencia: “Cuando pienso en los primeros dos años de vida de Jordi – los recuerdo como una pesadilla interminable. Era un niño nervioso e inquieto. Lloraba mucho y casi no dormía – siempre quería estar a mi lado. Bajé 90 libras y no dormía lo suficiente. ¡Ni siquiera tenía tiempo para comer! Mi esposo trabajaba muchas horas, y mis padres vivían lejos – no había nadie que pudiera ayudarme. Mi suegra me visitaba una vez al mes por algunas horas y me regañaba por el desorden de la casa, la ropa sin lavar, y el hecho de que Jordi tuviera eczema (¿Acaso no sabes alimentar a un niño?). Y solía decirme cosas como: “¿Por qué tienes esa cara? Tienes un hijo – ¡deberías estar feliz!”

Nuestra sociedad crítica afirma la no aceptación de algunos sentimientos “que están mal”: no puedes sentirte triste o cansado por interactuar con tu bebé. Y si admite que hay veces que tu bebé puede volverte loco – es posible que te condenen diciéndote “¿Qué clase de madre eres?”.

Pero la realidad es otra, y tener muchos sentimientos distintos es NORMAL. Lo más importante es qué haces con esos sentimientos. 


Cuando tienes un hijo, te sucederán las siguientes cosas:

–  sentirás “cansancio” porque el bebé se lleva una gran parte de tu tiempo y energía

– te sentirás triste porque eres humano

– irritación, porque es normal sentirse molesto al escuchar “mamá-mamá-mamá”, sonidos, llantos, etc.

Por lo tanto, aunque la paternidad traiga mucha felicidad, también trae ansiedad, miedo, fatiga, y recordatorios diarios sobre tus imperfecciones, con las cuales tendrás que aprender a lidiar. 

El psicólogo D. Winnicott introdujo en 1965 un concepto increíble – “una madre suficientemente buena”. Contiene la idea de una idea no idealizada de la función maternal. Desde entonces, este concepto ha servido como un antídoto al deseo irreal de convertirse en una madre “perfecta”, lo cual es popular entre muchas personas y puede causar cansancio psicológico, culpa (y acusaciones de parte de otros), y otras consecuencias desagradables.

Es perfectamente normal tener dificultades en la paternidad. Bueno, ¿de qué otra forma podría ser? Al reconocer esto nos permitimos vivir y no reprimir nuestros propios sentimientos, incluyendo los negativos. Y – ¡atención! – ¡nosotros también tenemos derecho a la tristeza!

La paternidad es dura y todos tienen experiencias distintas. Y una cosa más – no nos vuelve súper humanos. Por suerte, seguimos siendo personas reales y vivas. Y las personas reales pueden experimentar enojo, irritación, la falta de deseo de jugar con su hijo, y soñar con tomar helado en soledad. 

Cuando aceptamos eso, tenemos la oportunidad de encontrar y experimentar las alegrías y las dificultades de ser padres al máximo. Entendemos que ambas experiencias son absolutamente normales.


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