¿En qué mundo vivo – en el de las amenazas o en el de las oportunidades?

Katherine era tímida. No, intentémoslo de nuevo: Katherine era TÍMIDA. 

Acudió a un psicólogo con el problema de la timidez y el miedo a comunicarse con la gente. Había muchas convicciones en su cabeza: “Soy débil”, “nada es interesante en mí”, “soy ridícula”, “todos se reirán de mí.”

Katherine ha vivido con esto toda su vida. Los compañeros de clase rara vez escuchaban su voz. Si la llamaban en clase, se quedaba estupefacta y sin palabras. Katherine no fue al baile de fin de curso, aunque realmente lo deseaba: le daba vergüenza aparecer con un bonito vestido…

Katherine no podía entrar en una habitación en la que ya había gente, no podía visitar una cafetería: todo el mundo pensaría que soy extraña ya que estoy sentada sola…

Había muchos miedos. Puedo ser engañada. Puedo perderme. Puedo ser utilizada.

Pareciera que vivir, en general, es muy peligroso. Y tal vez sea mejor… ¿no vivir? Katherine expresó estos pensamientos en un susurro en una cita con el psicólogo…

El psicólogo y Katherine comenzaron a buscar las raíces del problema. Era importante empezar por esto para entender de dónde venía todo, y entonces podrían entender qué hacer.

Katherine tenía una madre muy ansiosa. Desde su punto de vista, absolutamente todo era peligroso: invitar a los amigos a casa (podrían robar algo), ir al colegio sola (perderse, tropezar, ser atropellada por un coche, conocer a un pedófilo, ser robada por gitanos), actuar en el escenario (¿y si se te olvidan las palabras y todos se ríen?), comunicarse con los chicos (todos quieren solo una cosa, nunca se sabe…).

Katherine comprendió firmemente que el mundo es inhóspito y peligroso y que es mejor alejarse de la gente.

Hablamos mucho de su madre y de sus actitudes de vida. Hablamos de que los esquemas que tiene metidos en la cabeza son ciertamente poco útiles. Reflejan la imagen del mundo que tiene su madre y no tienen relación con la realidad.


Comprobamos la veracidad de los pensamientos que desencadenan el mecanismo de la ansiedad. Por ejemplo, tengo miedo de que la gente se ría de mí. ¿Cuáles son las pruebas que confirman esta idea? ¿Y si lo analizamos de forma crítica?

Nos formamos una nueva imagen del “yo”. Resultó que Katherine estaba completamente equivocada. Todo lo que sabía de sí misma provenía de las palabras de su madre (vas a fracasar, no puedes afrontarlo, no eres capaz). Pero la verdadera Katherine resultó ser completamente diferente.

Intentamos cambiar las reacciones de comportamiento, porque si no te gusta lo que consigues tienes que cambiar lo que haces. Por ejemplo, Katherine intentó ir a la tienda, a la que siempre le daba miedo entrar porque era cara – temía que los dependientes la humillaran. Resultó que esto no ocurrió en absoluto…

Entonces el vestuario de Katherine empezó a cambiar. Empezó a acudir a las reuniones con el psicólogo cada vez con menos ropa negra y gris (y antes sólo la llevaba de este color – le ayudaba a permanecer invisible). Aparecieron los broches, las diademas brillantes y el maquillaje (sutil y cuidado).

Después de 5 reuniones, los cambios se hicieron notables. Katherine sonreía más, su círculo social se ampliaba: admitía que, quizás, ella era interesante, y dejaba de cerrarse a la gente. Después de 10 reuniones, Katherine dijo que ya no se escondía y que intentaba comunicarse activamente.

Además, Katherine hizo realidad su sueño. Se licenció en historia del arte. Siempre quiso ser guía, pero no veía cómo podría hacerlo si al ver una multitud perdía el habla. Ahora, el estupor desapareció y… Katherine realiza pequeñas visitas guiadas en su querido museo y su querida ciudad. ¡Por ahora, no lleva a más de cuatro personas, pero esto es tan solo el comienzo!


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