Cómo calmar a un niño

La crianza y el cuidado de los niños es una tarea difícil que requiere ciertos conocimientos y habilidades por parte de los padres. Así como mucha paciencia y sabiduría, sobre todo cuando el niño llora, grita, se resiste, hace berrinches y hace algo por despecho. Los niños son malos para controlar su comportamiento y controlar sus emociones; hay que enseñarle a un niño cómo hacerlo. ¿Y quién puede enseñarles mejor que un adulto cariñoso? Pero, para empezar, el niño necesita calmarse.

Aquí hay cinco recomendaciones confiables que te ayudarán a calmar a tu hijo en diversas situaciones:

1. Cuando el niño está enojado

Ayúdalo a expresar sus emociones y responde a ellas. Por ejemplo, di:

– “¡Parece que estás muy enojado! Siento que no te gusta nada esta situación, déjame ayudarte a superarla”.

Describe lo sucedido sin juzgar, para que el niño se sienta seguro y al mismo tiempo pueda entender que lo escuchan:

– “¿Sue quería jugar con tu muñeca y la tomó sin preguntar? Dijiste: “¡No!” y la empujaste. ¿Verdad?”

Continúa discutiendo el incidente fuera de la situación. Habla con calma, no levantes la voz y muéstrale al niño que estás de su lado.

2. Cuando el niño llora

Mantente cerca del niño. Demuestra que estás dispuesto a ayudar creando un ambiente de seguridad: con abrazos, palabras afectuosas y una sonrisa. A veces, los niños no están listos para aceptar ayuda, pero debes hacerles saber que pueden confiar en ella. Envía un mensaje no verbal al niño: “Te ayudaré, estás a salvo”. Puedes articular esto de la siguiente manera: “Estoy aquí para apoyarte. Puedes decirme qué sucedió y lo superaremos juntos”.

Recuerda que a veces todo el mundo necesita llorar, así que no te apresures a dar un discurso largo, solo mantente cerca y disponible.

3. Cuando el niño se mantiene firme

El niño tiene su propia opinión, ¡y eso es genial! Trata de reconocer su punto de vista haciendo algunas preguntas aclaratorias:

– “Quieres…?”

– “¿Es esto algo que no querías…?”

Puedes compartir sus emociones diciendo:

– “Entiendo cómo te sientes. En este momento no podemos quedarnos en casa/bañarnos/tirar tu lego por la ventana/ponerte las botas de invierno/ahogar este juguete en el inodoro/pintar las paredes, etc. Dime cuál es tu juego favorito y lo jugaremos juntos esta noche. ¿Qué es lo que más te gusta jugar?”

Si las rabietas son provocadas por la crisis de los 3 años, puedes utilizar pequeños trucos. Haz preguntas que sugieran varias respuestas posibles, pero que no puedan responder con un “no”. De esta manera, le das a tu hijo una opción y sientes que él mismo toma la decisión.

– “¿Comerás pasta o arroz?”

– “¿Te lavas las manos con jabón líquido o jabón en barra?”

– “¿Usarás calcetines blancos o calcetines amarillos?”

– “¿Llevamos una pala o una pelota al patio?”

– “¿Leemos un libro sobre dinosaurios o sobre autos?”

– “¿Quieres que te pele un plátano o quieres hacerlo tú mismo?”

A veces puedes sugerir hacer lo contrario de lo que quieres que haga el niño sabiendo que hará todo al revés por despecho o incluso darse cuenta de que se equivocó. Tales técnicas funcionan mejor con niños mayores.

– “Puedes comer nieve si quieres. ¿Estarás feliz con esto como tu almuerzo?”

– “No te laves las manos cuando lleguemos a casa. La arena le dará un crujido delicioso a tu gacha”.

– “No tienes que usar zapatos para caminar, así el charco fluirá directo a tus calcetines”.

– “No desayunemos antes del viaje. Tu estómago rugirá tan fuerte en el auto que ni siquiera necesitaremos la radio”.

– “Sugiero que dejemos todos los juguetes en el piso. No te importa si no podemos correr y saltar en esta habitación por unos días más, ¿verdad?”

4. Cuando el niño tiene miedo

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Escúchalo y trata de entender a qué le teme exactamente el niño. No uses frases como: “No seas cobarde”, “Eres demasiado grande para tener miedo”, “No te preocupes, no es nada”, “Los monstruos no existen, lo estás inventando”. Reconoce sus sentimientos y apóyalo:

– “Entiendo que puede ser aterrador. Estoy aquí para protegerte y ayudarte a superar tu miedo”.

– “¿Crees que viste algo moviéndose detrás del gabinete? Encendamos las luces y miremos juntos”.

– “¿Quieres que me quede aquí contigo? Si tienes miedo de dormir solo, puedes llevar tu juguete favorito a la cama. Te protegerá mientras duermes”.

– “¿Los niños mayores te molestaban? No deberían hacer eso, puedes caminar por donde quieras”.

– “No tengas miedo de contarme a qué le tienes miedo. Si “eso” sabe que lo descubriste, se irá”.

Incluye algunos ejercicios de respiración, por ejemplo, respirar contando: 4 – 2 – 4 (una inhalación larga por 4 cargos, una pausa por 2 y una exhalación por 4 cargos). Recuerda que es importante que trabajes con los miedos, elimines las causas y ayudes activamente a tu hijo a superarlos.

5. Cuando el niño está decepcionado

Cuando un niño se enfrenta a una decepción, atraviesa un duelo genuino, por lo que tu tarea es ayudarlo a superar este duelo, liberar sus emociones y encontrar la fuerza para seguir adelante.

¿Qué puedes decir en este caso?

– “Entiendo que esperabas un resultado diferente. Pensemos qué podemos hacer para mejorar las cosas la próxima vez. ¿Hacemos un plan?”

– “Veo lo molesto que estás porque no ganaste la competencia. Hay muchos concursantes, pero solo hay un primer lugar. ¡Pero la buena noticia es que todavía tienes muchas competencias y concursos por delante!”

En una situación en la que tú misma impusiste algunas restricciones sobre la situación o las acciones de tu hijo, sugiere un escenario de lo que no puedes darle en este momento. Por ejemplo, un niño quiere ir al parque infantil, pero tienes otros planes:

– “Jugar a la pelota es muy divertido. ¡Sería genial jugar a la pelota con otros niños en el patio de recreo todos los días! Podrías traer diferentes pelotas. ¿Qué pelota traerías?”

– “De niña me encantaba montarme en un columpio y soñaba con tener mi propio columpio en mi jardín. ¿A ti también te gusta columpiarte? Pensemos qué tipo de columpio podemos instalar en nuestro jardín.”

Y lo más importante: no tomes las emociones de tu hijo demasiado personalmente. A veces los niños gritan cosas como: “¡Te odio!”, “Eres la peor mamá del mundo”, “¿Por qué me diste a luz?”, y puede ser muy doloroso. Pero en la mayoría de los casos no se trata de ti en absoluto: tal comportamiento solo indica los sentimientos complejos del niño, que un cerebro inmaduro en desarrollo aún no puede procesar.

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