Lidiar con la depresión es difícil. Pero si eres madre, se vuelve aún más complejo: además de tus síntomas de depresión, puede que te sientas culpable porque no puedes cumplir con tus deberes como madre.
No es tu culpa que te haya pasado esto. La depresión no es una elección de una persona ni un capricho, como piensan a menudo aquellos que no la han experimentado (“Todo está bien, tienes un esposo y un hijo. ¿Por qué esa cara tan triste?”, “¡Solo necesitas recomponerte!”, “Mira, el sol está brillando, no te pasa nada, ¿por qué deberías sentirte triste?”).
Y la culpa no deseada te inmoviliza con un agarre férreo: “Probablemente, soy una mala madre…”
¿Cómo ser madre en tales condiciones?
1. Cuídate. Ahora es el caso cuando primero necesitas ponerte una máscara de oxígeno, para que haya alguien que se la ponga a tu hijo luego. Esta es la regla principal. Esto no es egoísmo, sino una necesidad absoluta.
2. Asegúrate de contactar a un psiquiatra o psicoterapeuta médico. La depresión es una enfermedad y necesita ser tratada.
3. Solicita ayuda emocional y doméstica a tus seres queridos: tu esposo, padres o amigos. La depresión es debilitante y destructiva: necesitas apoyo. Debes solicitarla lo más claramente posible: “Necesito 20 minutos para lavarme y arreglarme, ¿podrías cuidar al niño?”, “¿Tienes tiempo para ir a dar una vuelta con el bebé? Realmente necesito dormir/descansar/visitar a mi amiga”.
4. Deja de exigirte más de lo que puedes hacer en este momento. ¿No tienes energía para limpiar la casa? No hay necesidad de hacerlo. ¿Qué va a pasar si los platos no se lavan enseguida o el suelo no queda perfectamente limpio? Tu salud es más importante. ¿No puedes jugar con tu hijo? Elige algo que consuma menos energía: vean una caricatura o lean un libro juntos.
5. Delega responsabilidades: algo para los niños mayores, algo para tu pareja. No cargues todo sobre tus hombros, será más fácil de sobrellevar.
6. Comunícate con tus hijos por lo menos durante 10 a 15 minutos, si no tienes energía para más. Pregúntales sobre una obra de teatro en la escuela, cuéntales un cuento de hadas o siéntate cerca de ellos mientras dibujan, o incluso simplemente abrázalos, esto ya es valioso. Sí, no puedes relacionarte con ellos durante mucho tiempo, ¡pero no te culpes! ¡Lo que estás haciendo ya es mucho!
7. Prioriza. Si tienes poca fuerza, divídela en partes iguales: haz algo por ti y algo por tus hijos.
8. La gente tiene muchas ideas sobre lo que “debe hacer una madre”. Son como estantes desordenados en el armario: molestos y frustrantes. Clasifícalos, ¿qué deberías hacer exactamente? ¿Es posible eliminar o posponer algo? Deja solo lo esencial.
Una mamá no tiene que ser perfecta, ¡ser “buena” es más que suficiente! Recuérdate esto cuando te sientas abrumada por la culpa porque no puedes ser una madre perfecta.
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