Hace poco escribimos sobre qué hacer si el apetito desaparece por completo en momentos de estrés. Pero, ¿y si la situación es inversa y quieres comer y comer?
Este es el llamado “apetito neurótico”. Aparece cuando no tenemos estrategias alternativas para reducir la ansiedad.
¿Cómo ayudarte a ti mismo en este caso?
1. Bebe agua.
Sí, a menudo esta simple acción ayuda a calmar el deseo furioso de comer algo. Tu estómago recibirá la señal de que está lleno. Durante esta pausa, puedes preguntarte si realmente tienes hambre en este momento. ¿O simplemente te sientes incómodo y tratas de apagar esta sensación utilizando cualquier medio disponible?
2. Calienta y haz un par de ejercicios físicos.
El movimiento alivia la ansiedad tanto como la comida. Ponerte en cuclillas, correr, hacer flexiones o realizar sencillos ejercicios de estiramiento cuando aparezcan signos de ansiedad te hará sentir rápidamente más tranquilo.
3. Haz algunos ejercicios de respiración.
La respiración ayuda en cualquier situación de estrés. En cuanto empiezas a preocuparte, el sistema hipotálamo-hipófisis-suprarrenal se activa y el nivel de hormonas del estrés aumenta. Restablecer la calma y la respiración uniforme envía una señal al cerebro de que todo está en orden, y no hay necesidad de correr a ninguna parte tratando de salvarse. Y tu necesidad de “apagar” inmediatamente la ansiedad pasa a ser irrelevante.
4. Ponte de acuerdo contigo mismo para posponer la comida durante 15 minutos.
Piensa que si después de 15 minutos te quedan ganas de comerte esa chocolatina, las patatas fritas o la segunda ración de helado, lo harás. Y durante esta pausa de 15 minutos, intenta relajarte.
5. Empieza a tomar notas sobre la conexión entre las emociones y la nutrición.
Si quieres comer, anota cómo te sientes. Se pueden detectar diversas emociones: ansiedad, miedo, excitación, etc. Y cuando se identifican y se nombran las emociones, se puede hacer frente a ellas de forma más constructiva.
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