Los clientes suelen preguntar a los psicólogos sobre su sentimiento de culpa. Sin embargo, ahora lo más frecuente es oír hablar de una forma especial de culpa: la culpa por el propio bienestar.
“Me va bien, pero mis amigos y familiares han perdido sus casas. ¿Cómo puedo comprar un sofá nuevo para mi apartamento sabiendo esto?”
“No tengo derecho a sentir alegría cuando una desgracia así le ocurre a otras personas”.
“¿Cómo puedo vivir si todo está bien para mí, pero las casas de alguien fueron destruidas y sus seres queridos murieron?”
Cuando hay mucho miedo, ansiedad, rabia y un sufrimiento horrible en todo el mundo, parece que recibimos la señal de que nuestros sentimientos están de alguna manera “equivocados” si no coinciden con lo que es “socialmente aceptable” sentir en momentos así. Si sigues tu “vida como siempre”, pareces un monstruo insensible.
El juicio moral se enciende y parece que “ahora es inmoral sentir alegría, comprar ropa nueva, comer helado o ver películas”. Después de todo, no todo el mundo puede permitírselo ahora.
En psicología existe el término “culpa del superviviente”, cuando una persona se siente culpable por haber sobrevivido a un accidente de tráfico, a operaciones militares o a una catástrofe natural. Algunas personas no sobrevivieron. Ahora un gran número de personas experimenta un sentimiento de culpa similar. Algunos abandonaron el país donde ahora es inseguro y piensan en los que se quedaron. Algunos ven los terribles acontecimientos desde fuera y piensan que no tienen derecho a vivir.
Si conoces esta sensación, tienes que repetirte regularmente lo siguiente:
1. Estos acontecimientos NO SON MI CULPA.
2. TENGO DERECHO a empatizar con los demás sin poner mi vida en pausa.
3. No voy a ayudar a NADIE si hago mi vida miserable, eso no ayuda.
4. NADIE TIENE DERECHO a hacerme sentir culpable por algo de lo que no soy culpable.
5. Mi vida TAMBIÉN ES VALIOSA.
Si no eres capaz de afrontar el sentimiento de culpa, es importante que lo hables con un especialista o con una persona que te escuche sin juzgarte. Es importante no dejar la culpa dentro: hay que hablar de ella y dejarla salir.
Si tienes recursos para ayudar a alguien, hazlo. Multiplicarás el bien en el mundo y te hará sentir mejor.
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