La gran mayoría de las personas apenas puede tolerar la incertidumbre. Esto no sorprende, ya que la incertidumbre desencadena una respuesta de estrés sobre varios eventos futuros que podrían o no suceder. Si una persona está ansiosa, para empezar, entonces resistir la incertidumbre se vuelve aún más difícil.
¿Para qué prepararse? ¿Cómo sentirse más o menos cómodo cuando no hay suelo firme bajo los pies?
Para empezar, recordemos que, en la vida, la incertidumbre es imposible de evitar. Es más: la certeza que tenemos es muy ilusoria porque la vida suele deparar algunas sorpresas a las que tenemos que adaptarnos.
Hoy ibas a trabajar en una tarea específica. Planeaste tu día, pero una llamada repentina de un agente de bienes raíces te hace despegar y reprogramar todo tu día de trabajo, o por la mañana te dolía el oído y tuviste que ir a visitar a un médico, o tu jefe cambió las prioridades comerciales y necesitas trabajar en algo completamente diferente. Esto sucede a menudo, ¿verdad?
Pero cuando se trata de cuestiones fundamentales de la vida, la incertidumbre crea mucho más estrés. Por ejemplo:
– Te ofrecen trasladarte a otra región/país. ¿Deberías aceptar o no? ¿Tendrás éxito o no? ¿Dónde vivirás exactamente? Y si no vas, ¿encontrarás un nuevo trabajo?
– ¿Deberías casarte? ¿Qué pasa si no es la persona adecuada? ¿Y si deja de quererte? ¿Y si dejas de querer tú a esa persona? ¿Funcionará el matrimonio?
– ¿Deberías retirarte o no? Si renuncias, te enfrentarás a algunas dificultades. Si no lo haces, te enfrentarás a otras. ¿Cuáles son más difíciles de manejar? ¿Y cuáles son más fáciles?
– El mundo está cambiando. ¿Qué pasará mañana? ¿Qué pasa si necesitas mudarte? ¿Qué pasa si pierdes tu trabajo? ¿Qué pasa si algo les sucede a tus seres queridos?
No hay seguridades en el futuro, ni garantías, ni recetas… ¿cómo seguir viviendo?
Aquí listamos las principales trampas cognitivas en las que es fácil caer bajo el estrés de la incertidumbre:
○ Catastrofismo. Te invade el pánico. Pensamientos terribles dan vueltas en tu cabeza: “Me van a despedir, me voy a quedar sin trabajo, mi familia se va a morir de hambre, no vamos a tener dónde vivir”. Y ahora, en tu mente, te ves terminando tu vida congelándote bajo un puente.
○ Pensamiento en blanco o negro. Será así o así: no hay una tercera opción. Allí habrá paz, felicidad, alegría, y aquí, dolor y tristeza sin esperanza.
○ Predicción del futuro. “Sé exactamente que si… sucede… entonces…”. No suele haber pronósticos positivos.
○ Generalizaciones. Conclusiones generales a partir de un caso concreto. “Mi novia se mudó y nunca pudo encontrar un trabajo normal, ¡a mí me pasará lo mismo!”
Si estás familiarizado con tales pensamientos/reacciones, vale la pena recordar que estas son nuestras distorsiones cognitivas. No están justificadas y son, de hecho, errores de pensamiento.
¿Entonces lo que hay que hacer?
Intenta no luchar contra la incertidumbre, sino aceptarla como una realidad. La vida cambia constantemente, pero esto no significa que los cambios sean para peor. Incluso si los cambios traen algo negativo, somos muy capaces de hacerles frente.
Recuerda los casos (todo el mundo los tiene) en los que parecía que lo sucedido era absolutamente para mal, pero de repente se abrieron nuevas oportunidades para ti. O cómo, a pesar de las circunstancias adversas, manejaste la situación y saliste ganando.
Crea una red de recursos. ¿Qué te ayuda en situaciones difíciles? ¿En quién puedes confiar?
Crea experiencias en diferentes áreas de la vida: aprende cosas nuevas y comunícate con diferentes personas.
Pide apoyo cuando sea necesario.
La incertidumbre no es tan aterradora como nuestra reacción ante ella. Es muy posible sobrevivir e incluso encontrar aspectos positivos en lo que está sucediendo.
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