¿Qué es una personalidad saludable?

Una persona psicológicamente sana es, ante todo, una persona madura. Tal persona tiene procesos mentales y relaciones consigo mismo y con el mundo que le permiten alcanzar la autorrealización.

Estas son las principales características de una personalidad sana:

1. Percepción adecuada de la realidad y capacidad para establecer una relación cómoda con ella. “Veo lo que está sucediendo, entiendo las conexiones y puedo construir mi comportamiento sobre esta base”. Cuando se trata de la realidad, la persona no utiliza “lentes de color rosa” (infantilismo) o “lentes nublados” (el prisma de la negatividad).

2. La capacidad de aceptarse a uno mismo y a los demás tal y como son. Todos tienen ventajas y desventajas, y esto es normal.

3. La capacidad de construir límites personales: no permitir que otros entren en su territorio y no invadir el de otra persona.

4. Inteligencia emocional desarrollada. La capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, la capacidad de reconocer emociones, intenciones, motivaciones y deseos propios y ajenos, y gestionar este proceso.

5. La capacidad de establecer fuertes lazos emocionales con otras personas y formar relaciones sinceras.

6. Una convicción interna estable de que “yo estoy bien y tú estás bien”. Implica confianza en uno mismo y en el mundo. Si tienes esta convicción como una base sólida, puedes construir relaciones sanas tanto contigo mismo como con otras personas.

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7. Principios morales que no se basan en estereotipos y prejuicios sino en experiencias personales y sentido común.

8. Flexibilidad y adaptabilidad. La capacidad de aceptar las circunstancias, adaptarse a ellas y cambiar su comportamiento cuando es imposible cambiar el entorno externo.

9. Punto de control interno: una evaluación objetiva de la realidad y de la propia vida. La persona se da cuenta de que lo que le sucede es más el resultado de sus propias elecciones y decisiones, y no del destino u otros factores. Si tu vida depende completamente de las circunstancias, estás conduciendo un automóvil sin volante.

10. La capacidad de confiar en uno mismo, y no en la opinión pública, para tomar las propias decisiones y la voluntad de asumir la responsabilidad por ellas.

11. La capacidad de sentir compasión y empatizar, pero al mismo tiempo, no “fusionarse” emocionalmente con otras personas.

Si aplicas estos criterios a ti mismo, lo más probable es que puedas reconocer tus “puntos débiles”. Esto es normal: crecemos y mejoramos durante toda nuestra vida. Pero si notas demasiadas “brechas”, debes pensar en cómo corregir la situación. Muchos de nuestros cursos pueden ayudarte con eso.


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