Cómo aceptar los cambios de vida que no elegiste

Cualquier cambio de vida (¡incluso los positivos!) trae inconvenientes, te saca de la rutina establecida y hace que busques formas de adaptarte a las nuevas condiciones. Pero cuando los cambios ocurren no por nuestra elección, sino por circunstancias externas, es aún más difícil.

Despidos en el trabajo. Enfermedad repentina de un ser querido. Mudanza forzada. Nuevas condiciones de vida. Divorcio. La lista sigue.

Puede que sientas mucha frustración y resistencia, ¡porque no elegiste esto! Sin embargo, la vida está en constante cambio. No es estática: los cambios son una parte integral de ella.

Lo primero que sientes cuando experimentas un cambio es miedo e incertidumbre. “¿Ahora qué? ¿Cómo me las arreglaré? ¿Qué pasa si no puedo afrontarlo?” Numerosos “qué pasaría si” pululan en tu cabeza como abejas, consumiendo los restos de equilibrio y compostura.

¿Cómo aceptas el cambio sin desmoronarte?

Comencemos mencionando que la idea de “no aceptar” lo sucedido es bastante extraña de por sí. ¿Es posible no aceptar que un tomate es rojo y un pepino es verde? Puedes intentar ignorar estos hechos. Puedes quejarte de que todo debería ser al revés o estar triste por ello, pero esto no cambiará el color de las verduras, es un hecho. Por eso es muy importante que te des cuenta de que todo es como es, y no como te gustaría que fuera, para aceptar el cambio.

Entonces, ¿qué hacer cuando algo es difícil de aceptar?

1. Permítete tener los sentimientos que te trajo este cambio. Todos ellos, incluso los más difíciles: tristeza, ira, dolor, ansiedad, desilusión, frustración y confusión. Existen y tienes derecho a sentirlos.

Acepta estos sentimientos y exprésalos de forma adecuada y no traumática. Habla de ellos con tus seres queridos.

2. Trata de encontrar un lado positivo en la situación.

Cuando dejas de resistirte, eres capaz de ver no solo las dificultades y problemas, sino también nuevas oportunidades.

Para ayudar con esto, hazte estas preguntas: “¿Qué es exactamente lo que más me molesta o me asusta?”, “¿Cuál es la probabilidad de que todo esto suceda exactamente como lo imagino?”, “¿Estoy catastrofizando la situación? ¿Es todo realmente tan terrible?”. El miedo y la ansiedad pueden estar bloqueando los recursos que pueden ayudarte a sobrellevar la situación con poca o ninguna pérdida.


3. Utiliza el principio “pero”. Funciona bien con situaciones que no causaron un trauma severo y que no están relacionadas con la vida y la salud.

Describe tu situación y encuentra tres PERO en ella: tres aspectos, aunque pequeños, pero positivos. Muchas pérdidas pueden convertirse en oportunidades, como suele suceder en las crisis. Hacer limonada con limones caídos es un gran arte.

“Tuve que mudarme, PERO ahora mi familia y yo estamos a salvo”, “Perdí mi trabajo, PERO ahora puedo hacer lo que siempre quise, pero no tenía las agallas para comenzar”, “Cortamos, PERO ahora tengo la oportunidad de encontrar una gran persona y construir una relación nueva e increíble”, etc.

4. Encuentra dentro de ti la parte que puede hacer frente a las dificultades y apóyate en ella. Existe este lado activo en cada uno de nosotros que puede liberarse después de que lidias con tus sentimientos y emociones y superas la pérdida.

Recuerda cómo enfrentaste las dificultades antes y qué te ayudó, ¡porque estos no son los primeros desafíos en tu vida! En esencia, esto significa creer en sus fortalezas y recursos.

5. Habla sobre lo que te preocupa: con tus seres queridos, en foros de Internet o comunícate con personas que están pasando por una experiencia similar. Esto ayuda a ver nuevas oportunidades y otros lados de la situación.

6. Vive en el presente, pero planifica para el futuro.

Fíjate objetivos y divídelos en subtareas. Para evitar reflexionar sobre tus experiencias, debes mirar constantemente hacia adelante.

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