Modestia que te hace daño

La modestia se considera casi la principal virtud, especialmente para una mujer. “Sé modesto”, “No pidas demasiado” o “Párate a un lado y no demuestres que necesitas algo”.

Muchos cuentos de hadas, que nos enseñan la moral desde la infancia temprana, están llenos de imágenes de personajes femeninos exageradamente modestos. La Cenicienta es el principal ejemplo de una joven modesta. La moraleja del cuento es: trabaja duro, no te quejes y serás feliz (príncipe, amor, éxito). Hay muchos ejemplos de este tipo.

Pero, ¿tiene algo de malo la modestia? ¿O estamos mezclando conceptos?

En general, la modestia apropiada no es una mala cualidad. “Apropiada” es la palabra clave. Esto significa que una persona no levanta la nariz, demostrando que es mejor que los demás. Su ego no está inflado, y el pronombre “yo” no es el único en su léxico.

Una persona adecuadamente modesta es bastante capaz de hablar en el momento adecuado y en el lugar adecuado sobre sus logros, sin alardear de ellos, pero tampoco con falsa modestia. Pueden demostrar al mundo sus habilidades sin morirse de la vergüenza. Tienen una autoestima normal y no tienen problemas con exponer sus propios logros o ideas.

Pero la modestia tóxica es completamente diferente.

“¡No, no, no te preocupes por mí, no necesito nada!”, “Bueno, ¿realmente puedes llamarme poeta? Solo estoy… tratando de escribir un par de versos de vez en cuando…”, “Sí, sí, adelante, no tengo prisa…”, “Un poco de ayuda me vendría bien, pero ¿cómo podría cargar a otros con mis problemas? Será mejor que lo maneje yo mismo”, “No, no puedo aceptar ningún regalo, ¡eres demasiado amable conmigo!”

Tal falsa modestia no permite que una persona se dé cuenta de sus aptitudes y hace que sea vulnerable a ser utilizada y que los demás se impongan a ella. El clásico “hombrecito” chejoviano es un gran ejemplo: no se espera nada de él y nadie se fija en él. ¿De verdad quieres ser así?


Debes recordar que no eres inmodesto si:

…hablas de tus necesidades. Hay una corriente de aire frío en la ventana; pregunta si se puedes cerrarla. Alguien te está empujando con su mochila en un autobús; informa a la persona sobre esto y pídele que se mueva. Si crees que puedes asumir un proyecto, recuérdale a tu jefe sobre tus habilidades. ¡Las personas no pueden leerte la mente!

…aceptas elogios merecidos. ¿Cantas bien? Acepta aplausos. ¿Recibiste un cumplido? ¿Por qué no? Te lo mereces.

…demuestras tus aptitudes. ¿Sabes hacer algo bien? ¡Demuéstralo, no entierres tus talentos en el suelo!

…hablas sin reservas cuando se violan tus límites. Cuanto más permanezcas en silencio, más a menudo sucederá.

…aceptas ayuda, e incluso la pides cuando es necesario.

Para terminar, aquí hay otro aspecto importante. Las personas inadecuadamente modestas tienen miedo de ser “inoportunos” para los demás, pero la paradoja es que es precisamente esta modestia lo que hace que sean inoportunos. Es muy difícil comunicarse con una persona que se disculpa todo el tiempo, rechaza todas las ofertas y, en general, trata de ser invisible.

Así que, date un poco de libertad. Evalúa tu modestia: ¿es apropiada o es una modestia tóxica que envenena tu vida?


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